Cave of forgotten dreams de Werner Herzog nos permite el acceso a la cueva de Chauvet, ubicada en el sur de Francia. Comprobaremos que el 3D es un recurso valioso más allá del entertainment al apreciar la serie de pinturas pertenecientes al paleolítico que habitan la cueva. Su antigüedad se calcula en 32.000 años o más. Estas pinturas, las más antiguas que hasta el momento se conocen, parecen de hechura reciente gracias a la particular conservación ofrecida por las condiciones de aislamiento de la cueva. Además de la catedralicia belleza del lugar, lo que resulta asombroso es la modernidad del trazo y el movimiento de las pinturas. Ese inesperado encuentro con una fuerza creadora joven allí donde estábamos hurgando en el pasado más remoto es algo que no escapó a la consideración del director. La cueva de Chauvet corresponde, quizás más que cualquier otro lugar, a la metáfora freudiana del inconsciente como un lugar aislado, una reserva en la que el tiempo no ha transcurrido, donde el oso cavernario y el mamut todavía caminan, donde brillan las antorchas de los ancestros, donde ellos siguen todavía trabajando en la construcción del templo interior.

En la página 171 de La ética del psicoanálisis (Paidós, Bs. As. 1995) Lacan llama la atención sobre lo paradojal del hecho de que el hombre primitivo pintara sobre las paredes de la profundidad de una caverna, donde las condiciones de iluminación no favorecerían el objetivo que uno supone común. El film de Herzog aventura una hipótesis inspirada en la caverna de Platón: acaso las hogueras proyectaban las versátiles sombras de los hombres junto a las imágenes de los animales. Un antecedente originario del cine. Cine, pintura o arquitectura, para Lacan el arte aparece como la colonización simbólica de un vacío que presentifica lo real. La arquitectura sería una organización alrededor de un vacío. Como sea, las pinturas alivian nuestra angustia ante una mirada que habita en el seno de esa recóndita oscuridad. Los hacedores del documental lo refieren en la película. Como sea, el hallazgo de la cueva de Chauvet nos hace pensar en las banalidades de la concepción lineal y progresista del tiempo. La pregunta que he planteado en otro lugar (“La novedad y el origen”, ver en este sitio) tiene aquí su justificación: ¿es el origen lo más viejo, o lo más nuevo? Me referí al inicio de este artículo al 3D. Eso, ciertamente, es una novedad. No es, en sí misma, una originalidad. No recrea la caverna. Sí lo hacen, tal vez, la mirada y las palabras de Herzog. El origen es otra cosa que lo novedoso.
Recomiendo al lector este documental que nos permite aproximar la dimensión de lo que la lengua alemana designa con el prefijo Ur, que al decir de Steiner “connota las inmensidades de la retrospección y la localización de un ‘primero’ o ‘primordial’ absolutos…” (Gramáticas de la creación, Ediciones Siruela, 2001, p. 23). Herzog nos sabe mostrar que el origen es un punto de encuentro del pasado y el futuro, que las pinturas son un espejo donde no sabemos si estamos viendo lo que fue o lo que está por venir. Es un perpetuo despertar que no se confunde con los espejismos dormitivos del culto a la novedad.