Los dinks y el envejecimiento de la población
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Los dinks y el envejecimiento de la población

No debería sorprender que el modelo de los llamados DINKS (double income, no kids) vaya ganando espacio en la sociedad. Foucault ya señala en Historia de la sexualidad la introducción, junto al tradicional “dispositivo de la alianza”, del nuevo “dispositivo de la sensualidad” en la configuración de la pareja. Mientras el primero implica el proyecto de generar un patrimonio transmisible a las generaciones por venir, el segundo se funda en procurarse mutuamente experiencias placenteras. A menudo la llegada del hijo es una ruptura del dulce círculo lunar en el que la pareja se complace y en contadas ocasiones ella no sobrevive como pareja a ese acontecimiento. Ciertamente ha de concederse a las mujeres el derecho a no ser madres, a rechazar la maternidad como deber forzoso y como la única forma de sostener su deseo. Hay que decir que del lado de los varones se debe reconocer el mismo derecho, junto con el derecho (de ambos sexos) a no formar pareja, cosa que por lo general no se menciona.

Como psicoanalista no acuerdo para nada en postular un proyecto de vida como mejor que otro. Pero más allá de las posiciones individuales, más allá de que elegir la no maternidad, la no paternidad, o la no pareja como proyectos válidos, la exaltación de la abstención de las mujeres a tener hijos como algo “revolucionario” es algo cuestionable. No se cuestiona la decisión del individuo, sino la alharaca política que se hace de eso. ¿Qué hemos de entender hoy como “innovador” o como “conservador”? Porque hace mucho que los poderes establecidos no alientan para nada la maternidad como proyecto, cosa señalada ya en 1951 por Marie Langer. Hay que decir que, al día de hoy, muchas consignas del “progresismo ilustrado” atrasan.

El envejecimiento de la población es un fenómeno propio de la sociedad capitalista, un cambio sin precedentes de la proporción entre viejos y jóvenes. Las sociedad desarrollada ve crecer la esperanza de vida mientras los nacimientos decrecen. La juventud exaltada por nuestro brave new world vela una sociedad cada vez más envejecida. Tener hijos es un acto cada vez más propio de clases bajas y de países “bárbaros”. Freud ya aludía a ello en su carta a Einstein. Supo percibir, además, la estrecha relación entre el poder y la esterilidad en su análisis de Macbéth.

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