Kidults
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Kidults

Una nota de Clarín del 8 de octubre de 2013 se ocupa de un “nuevo” perfil masculino. Los kidults o adultescentes tienen 30 años, trabajan, dejaron el hogar paterno y algunos viven con su novia. Estos aspectos que la cronista juzga “adultos”, son contrapesados por hábitos adolescentes como el dilatado lazo con un eterno grupo de amigos, el culto de la play, el skate, el comic… y la negativa a ser padres. Lo último, curiosamente, no se menciona de modo explícito. Los expertos se limitan a señalar la dificultad de estos jóvenes para “pasar al siguiente nivel”, en el que se decidiría su pretendida “madurez”. Una divertida puesta en escena de este tipo viril se hallará en la película Ted.

Encuentro más interés en la descripción del fenómeno que en el fenómeno mismo. No critico a la cronista, sino a lo que la nota deja ver sobre la deshonestidad y contradicción del discurso progresista. La corrección política abomina del paternalismo y a la vez denuncia como “inmaduros” a los varones que se muestran renuentes a la paternidad, cuando no hacen más que seguir las directivas de una sociedad signada por la valoración de la juventud, la expansión de la ética del célibe y un desaliento de la familia patriarcal ya muy notorio en el inocultable envejecimiento de la población. La sociedad tradicional tenía argumentos para incitar a los jóvenes a hacer el pasaje de lo que Freud llama una posición filial –Sohneinstellung– a una posición paternal –Vatereinstellung-. ¿En nombre de qué los varones de hoy deberían condescender al proyecto que sus novias anhelan, siendo que “la felicidad” es el valor máximo según se nos dice desde todas partes? ¿Qué consigna que no sea tradicional los alentará a probar las pretendidas delicias del rol paterno? La nota exalta la “seriedad” de las mujeres y las presenta como entusiastas de la maternidad. Pero si valora la posición materna es en el contexto de la crítica al varón (siempre queda bien criticar a ese sexo). Cuando se trata de hablar de las mujeres el progresismo enfatiza en cambio el derecho a rehusar la maternidad y denuncia el carácter obtuso de todo lo que la empuje a ello. Si se quiere ser “post-patriarcal” habría que serlo de verdad, aunque no cabe hacerse ilusiones al respecto. El punto de vista de “la sociedad” es tan hipócrita hoy como lo ha sido siempre.

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