Estado islámico: La seducción de la muerte
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Estado islámico: La seducción de la muerte

No aspiro a la objetividad al pensar en los atentados de París. Me guían razones de amor que comprometen a los franceses y argentinos que conozco y residen allí. Recuerdo, además, los atentados perpetrados en Buenos Aires. Diciendo esto, no ignoro que los países periféricos no carecen de razones para desconfiar de las potencias occidentales. No ignoro que el esquema centro-periferia persiste bajo formas recicladas. No ignoro los estragos de las acciones militares sobre las poblaciones civiles, ni las sospechas que se levantan acerca de los intereses occidentales que puedan existir tras la financiación de este nuevo horror llamado Estado Islámico. No ignoro que hay muertes visibles, y muertes invisibles. No ignoro que ignoro muchas cosas. ¿Qué puedo decir entonces como psicoanalista ante un fenómeno como el de esta organización y su discurso de muerte?

En 1934 Emmanuel Levinas escribió Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo. El autor opone dos posiciones posibles en todo sujeto, que pueden tener -o no- una traducción política. Son dos orientaciones del espíritu siempre presentes en cada individuo. La primera reside en la angustia y el esfuerzo de separación ante la fatalidad de lo dado. “Lo dado” es el pasado histórico-social, pero también lo es el cuerpo. Habría, entonces, una escisión del sujeto en conflicto con lo que ha sido, y también con el cuerpo que habita, en la que reconoceremos al sujeto de la experiencia analítica. Si el autor caracteriza al cuerpo como el “eterno extranjero”, es que ese exilio del sujeto respecto de su propio cuerpo es el inconsciente mismo. Lo que Levinas no toma en consideración es que la “extranjería” del cuerpo hace que sea él, también, el exiliado. Acaso por eso el sujeto de Occidente ve en el “bárbaro” extranjero la metáfora de ese cuerpo en goce del que busca separarse y en el que no se reconoce.

El otro camino muestra la acción como el punto en el que la discordancia entre el sujeto y el cuerpo desaparece. Rubricado por la certeza, el acto implica un rechazo de la división subjetiva. Para el nacional socialismo la esencia del sujeto no estaba en su libertad, sino en su encadenamiento, en su identificación con la fatalidad que lo constituye. Levinas advierte que eso comporta una seducción: es “una promesa de autenticidad” y, a la vez, aporta el “regocijo” de rechazar el conflicto. Sostiene que el sujeto del hitlerismo es un sujeto que “no puede jugar” con las ideas (¡rechazo del inconsciente!) ya que “se halla ligado sólo a algunas de ellas, como se halla ligado por su nacimiento a todos aquellos que son de su sangre.” Más allá de la dimensión política, el encadenamiento es un modo de existencia centrado en el “gusto trágico por lo definitivo”. Hallamos aquí, siguiendo a Lacan, la precipitación propia del pasaje al acto que rechaza todo juego del pensamiento. El “no pienso” es equivalente al “actúo” y al “soy”. Precipitado en su Destino, el sujeto rechaza el equívoco, que es lo único que nos salva del peso del dictamen del Otro.

Si el Estado Islámico se nos aparece como la negación de la civilización misma, es bueno recordar que esa negación es una expresión más de los que Umberto Eco ha llamado nuestro “fascismo eterno”, nuestro íntimo culto de la muerte. Esa fascinación no fue ajena a los movimientos atroces que surgieron en una Europa ya ilustrada, ya democrática y capitalista. La Falange Española esgrimía el grito de ¡Viva la muerte! Pero esas cosas no son el retorno de la cultura de la Edad Media, así como Estado Islámico está lejos de ser un retorno a los tiempos del Califato. El nazismo, surgido en un país que hoy lidera a la U.E., fue un fenómeno de la modernidad, aunque fuese lo opuesto a los ideales de la modernidad. Las armas del terrorismo que actúa en Europa no son empuñadas por personas sumidas en la miseria, el dolor y el atraso, sino por jóvenes que han residido en ese continente y que no están desprovistos de tecnología ni de su conocimiento. La forma viral y sin fronteras de la guerra actual es un fenómeno impensable fuera de la globalización. Y del mismo modo los fundamentalismos modernos, aparentes retornos del paternalismo, no pueden ser aislados de la sociedad de control.

Bibliografía

  • Levinas, Emmanuel: Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo, Fondo de Cultura Económica, 2001, Buenos Aires
  • Lacan, Jacques: La lógica del fantasma, seminario inédito
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