Violencia de género: el huevo de la serpiente
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El huevo de la serpiente (Ingmar Bergman, 1977)

Violencia de género: el huevo de la serpiente

Un artículo que circula por las redes sociales (“Perdón por ser parte del monstruo”, Enzo Maqueira, Clarín, 31-5-15) ejemplifica un tipo de tratamiento mediático del problema de la violencia de género basado en la demonización de la virilidad y la victimización de la mujer. Avergonzado de ser hombre, el autor pide perdón por las canalladas que gratuitamente atribuye a la mayoría de los varones. Se declara parte del “monstruo” de la cultura machista, pero alarmado ante su pretendida contrición se exonera a sí mismo esgrimiendo el argumento de la “culpa colectiva”, la cual, como nadie ignora, sirve para enmascarar la única culpa real, que es la de cada uno. Hay que decir que un juicio que abarque a “la mayoría de los hombres” está lejos de barrer con un estereotipo, sino que lo refuerza. Tal vez se cuestionen los estereotipos patriarcales, pero la introducción de los estereotipos progresistas de la mujer (todas ellas) víctima y el hombre (todos ellos) canalla no parece ser mejor. Y hay razones para pensar que es peor. En cuanto a la vergüenza de los “arrepentidos”, no cabe más que recordarles que el cambio de sexo es hoy perfectamente viable.

Afirmé en otro lugar (*) mi desacuerdo con este tipo de propaganda que, según entiendo, no ayuda a la solución del problema de la violencia de género, sino que lo naturaliza. Pero lo más preocupante es que los discursos progresistas de los que se esperaría más luz parecen ciegos ante la idea de que tal vez nos hallemos frente a un fenómeno nuevo, que no se explica por las injusticias del patriarcado. Ciertamente la violencia machista actual no es ajena a él. Sin embargo, sería muy difícil sostener que el autoritarismo patriarcal es más fuerte hoy que hace treinta, cincuenta, o cien años atrás. La violencia de género, con todo, crece. Y crece a pesar de que hay un acuerdo bastante generalizado sobre la declinación –aunque fuese mínima- del patriarcado y la hegemonía del varón. Eso no quiere decir que no existan estructuras patriarcales de poder, pero el paradigma dominante en el mundo es hoy otro distinto.

El huevo de la serpiente (Ingmar Bergman, 1977)

El Holocausto tal vez no hubiese sido posible sin el secular antisemitismo de la Cristiandad europea. Pero el antisemitismo nacional-socialista fue un fenómeno nuevo, y no la mera prolongación de la tradicional discriminación hacia los judíos. Implicó también una forma de poder nueva, cosa que Foucault advirtió hace mucho, al parecer sin éxito entre los mismos progresistas que dicen seguirlo. ¿Estamos seguros de que el actual fenómeno de la creciente violencia de género se explica por los prejuicios propios de la sociedad patriarcal? ¿O es un síntoma de la sociedad de control, regida por otro paradigma del poder? El feminismo no parece darse por enterado de ello y sigue haciendo consistir la figura del macho tradicional, sin la cual, por otra parte, no tendría razón de existir. ¿La violencia de género que va cobrando proporciones epidémicas es la agonía del monstruo, o estamos siendo testigos de un comienzo, de la germinación del huevo de la serpiente?

(*) http://www.telam.com.ar/notas/201506/107301-hay-algo-antipolitico-en-la-sexualidad.html

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