Ser madre
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Ser madre

En el famoso juicio de Salomón la madre biológica del niño que dos mujeres se disputan decide renunciar a él antes que verlo morir. Bertolt Brecht retoma la misma situación en El círculo de tiza caucasiano“. En esa obra dos mujeres, la madre biológica y la madre adoptiva, tironean de los brazos del niño ubicado en el centro de un círculo de tiza. Aquella que logre hacerlo salir hacia su lado se quedará con él. Pero ante el riesgo de que el hijo sea desmembrado en la lucha, la madre adoptiva -que lo ha criado desde pequeño- decide soltarlo. Es a ella a la que el niño será entregado después, pese a haber perdido la competencia, o precisamente a causa de ello. La versión de Brecht invierte la situación que el Antiguo Testamento nos describe, porque aquí no es la que llevó al niño en sus entrañas la que demuestra un amor capaz de enfrentar y vencer la angustia del desasimiento. Sin embargo, las dos presentaciones del conflicto coinciden en un mismo punto: la madre verdadera, biológica o no, es la que está dispuesta a ceder al niño. Se ve ahí la posición de un sujeto que puede ir más allá de la competencia fálica. Ya Lacan reconoció que hay dos modos en que un hijo puede ser el falo de la madre: como metonimia de su deseo de falo, o como metáfora de su amor al padre. La escena del juicio y la disputa entre las dos mujeres ilustra estas dos posiciones maternales muy diferentes entre sí. Es en la que quiere ganar la competencia, incluso a costa de la muerte del niño, donde hallaremos que el hijo es la metonimia de un deseo de falo que no soporta la angustia. Eso nos recuerda que la madre es esencialmente un sujeto llamado a parir a su hijo muchas veces, acompañando ese vivir que reside, según Gilson, en una serie de activas separaciones. Pero el desprendimiento no es ni abandono ni rechazo. Estos dos, como bien comprobamos en la clínica, “pegotean” el vínculo marcándolo con el signo de la infinitud.

Por el contrario, parir a un hijo es “ponerlo” en las escenas del mundo. Es un proceso activo, a veces más activo del lado materno, otras al revés. Siempre es de linaje de acontecimiento, y no podemos decir si ese acontecer tiene lugar en el Otro materno o en el hijo, sino que más bien es algo que interviene entre ambos. En esa intervención se recorta un llamado al padre que tiene lugar desde los dos lados.

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