Resilencia
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Resilencia

Pasó a través y no tuvo palabras para lo que sucedió; pero pasó a través de lo sucedido. Pasó a través y pudo volver a la luz del día.
Paul Celan

Se habla cada vez más de la noción de resilencia en el campo de la psicología clínica. Vagamente diremos que se vincula a la capacidad de un sujeto o de un grupo para enfrentar las adversidades. Sus definiciones son numerosas. Mientras unas enfatizan la capacidad de resistencia, otras ponen el acento en la aptitud para el cambio e incluso –es lo más interesante- la transformación. ¿Qué hemos de entender por “adversidades de la vida”? ¿El desengaño amoroso, la enfermedad, la guerra, una discusión, un dolor de muelas, un ascensor descompuesto? Pero la perspectiva freudiana nos enseña que incluso las cosas que juzgamos “vitales” y “positivas”, como el tener un hijo, alcanzar un éxito largamente anhelado, o el encuentro amoroso, pueden dar ocasión al colapso del sujeto. Ya el título Los que fracasan al triunfar pone en cuestión qué hemos de entender por “lo adverso”. Aquí vemos el valor del concepto freudiano de trauma, en tanto es una noción metapsicológica y no psicológica: el trauma no es ni placentero ni displacentero, porque está más allá del principio del placer-displacer. El trauma no es una categoría dramática. Lo traumático no es lo “terrible”, sino aquello –sea lo que sea- que el sujeto no puede elaborar. Por supuesto, para Freud “los traumas” o “sucesos desencadenantes” siempre se vinculan con el trauma originario. La orientación lacaniana nos habla de la confrontación con lo real. Al igual que el trauma freudiano, lo real es lo que está fuera de sentido y pone en jaque nuestras categorías simbólicas. Es interesante que Freud haya señalado en su estudio sobre Moisés que lo traumático puede tener efectos positivos cuando en el sujeto prevalece la tendencia a hacer algo con eso por encima de los procesos de defensa que tienden a negarlo con mayor o menor ferocidad. Nos preguntamos entonces qué significa ese “hacer algo con eso”, el savoir y faire de Lacan, que es un saber hacer ahí, o más bien un saber estar ahí. A veces la resilencia no consiste en resistir, sino más bien en no resistir. Sobre todo no resistir al cambio que hace falta, o mejor dicho, al acto que hace falta. ¿Hay en el discurso analítico alguna noción equivalente a la de “resilencia”? Tal vez haya más de una, pero la cuestión nos lleva de modo directo al concepto de metáfora tal como Lacan lo aborda en el Las psicosis cuando advierte que ella nos introduce a una nueva experiencia del mundo. La metáfora no es la mera sustitución de un significante por otro, ni tampoco la fijación de un sentido establecido. La metáfora está ligada a la potencia inventiva del sujeto, a la capacidad para transformar y renovar el sentido, incluso subvertirlo, siendo que en toda poiesis verdadera se juega la tolerancia del sujeto ante lo que J.-A. Miller llama el “efecto de agujero” de la poesía. Es por la metáfora que alguien puede reinventarse a partir de los fragmentos, servirse de lo insensato y sintomático para generar un nuevo comienzo. Así, la metáfora como acontecimiento, incluso como acontecimiento del cuerpo, se presenta como la renovación de nuestro modo de experimentar la vida.

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