1996- Ediciones El Otro
Cuando un paciente relata la historia de sus “humillaciones y fracasos”, siempre advertimos una oscura discordia inmanente al sujeto, como si estuviese dividido en contra de sí mismo.
Esto se percibe en las formas manifiestas o larvadas de autopunición; en el saboteo impensado y sin embargo sistemático de los proyectos más anhelados; en los accidentes recurrentes, o en los olvidos fatales; en ese enfermar repentino que parece obedecer a un designio peculiarmente inoportuno; en la reiteración casi viciosa de intervenciones quirúrgicas; en las elecciones de pareja signadas por una infalible persistencia en el error; en la siniestra complicidad de la víctima con el victimario; en el fracaso obstinado y vocacional.
