Casse-tête chinois -“Rompecabezas chino”
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Casse-tête chinois -“Rompecabezas chino”

Casse-tête chinois -“Rompecabezas chino”- de Cédric Klapisch (2013) es una película francesa que en el mercado nacional se nos vende bajo el almacenero título de “Lo mejor de nuestras vidas”. Xavier, el protagonista, tiene una vida complicada, no lineal y aparentemente sin un patrón rector. Es un escritor francés que vive en París; que tuvo dos hijos con una inglesa que después de diez años lo deja por por otro hombre y se va a vivir a Nueva York con los niños; que tiene otro hijo con su mejor amiga lesbiana a la que le dona su semen; que se va a vivir a Nueva York para estar con los niños; que se casa con una china a la que apenas conoce para conseguir la radicación; que se reencuentra con una ex pareja con hijos que lo tratan como a un padre; que termina reconociendo como propio al hijo de la pareja de lesbianas que inicialmente le habían prometido que no sería un padre “clásico”; que adopta espontáneamente a los niños de su nueva pareja –que lo adoptan como padre también.

La película tiene muchas aristas: el carácter errático del deseo, lo simple y lo complicado de la vida, el problema de las migraciones, la visión de la sociedad liberal como una sociedad en la que “hay reglas, y además hay reglas”. Tras esa paleta de diferentes colores se perfila una pregunta. ¿Qué es un padre “clásico”? ¿Qué es un padre?

La historia tiene una lectura progresista, banal, que la presenta como un paradigma del “nuevo orden simbólico del siglo XXI”. La vida de Xavier es complicada. No sigue –en apariencia- una “ruta principal”, una línea recta que iría de un punto “A” hacia otro punto “B”. La pretendida unicidad del orden patriarcal se ve alterada y vemos surgir una serie de vínculos que no se dejan encasillar dentro de un patrón rígido y que son la razón del título. Pero la lectura a la moda pasa por alto lo que la película pone ante sus narices desde la primera imagen que es la de Xavier llevando a los niños a la escuela. A pesar de ser “solamente el padre”, como se dice en la película, Xavier es eso desde el principio hasta el final. Y no solamente es padre de sus hijos biológicos. Cumple un rol para los niños y también lo cumple en el deseo de tres mujeres que de modos diversos son sus mujeres. Si aparece como un tipo masculino deseable para las damas no es solamente por el encanto y la seducción que el intérprete puede desplegar. El protagonista es una presencia paterna sólida a lo largo de toda la película, y su condición de escritor, de poeta, no es para nada ajena a su función. Es lo que Lacan supo ver. Xavier es un bien escaso, de difícil hallazgo en el mundo actual, que muestra la esencial convergencia de lo viril con lo paterno. Acaso el rompecabezas no tenga una solución ni un principio rector, pero hay una pieza que sobresale por todas las demás. Una pieza que es “solamente el padre”, y cuya potencia enigmática está muy lejos de la corta visión de la opinión ilustrada.

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